Los Primeros Años (1827–1887)

Marqués del Chocolate

La primera referencia documentada de la chocolatería se encuentra en el Diario de Barcelona del 12 de mayo de 1827, donde se menciona a un maestro chocolatero en la plaza de Cucurulla. 

Cristòfol Alsina Vendrell figura como titular de la chocolatería. Conocido como el “Marqués del Chocolate”, era un hombre de carácter enérgico que llegaba a la tienda montado en un caballo blanco. Su temperamento autoritario provocó una huelga de sus trabajadores, lo que lo llevó a adquirir un molino de piedra para hacer chocolate a la piedra, propulsado por dos caballos desde el sótano de la tienda. 

Familia Fargas (1887–1941)

Josep y Carles Fargas

En 1887, Josep Fargas se convierte en el nuevo propietario de la chocolatería. Durante su gestión, el negocio se consolidó en el corazón del Gòtic.

Su hijo, Carles Fargas i Bonell, asumió la dirección en los años 20 del siglo XX.
Carles, además de dirigir la chocolatería, fue un pionero de la fotografía amateur en Cataluña, y un apasionado de la cultura y las nuevas tendencias europeas, dejando un valioso legado artístico y visual de la vida barcelonesa de la época. Fue durante su gestión, que renovó la decoración de la tienda, con mármoles y puertas de cristal talladas, y con mobiliario como la vitrina y el mostrador hechos con madera noble y doraduras. 

Familia Fargas (1941–1985)

María Fargas Bosch

Tras la muerte de Carles Fargas en 1941, su padre Josep, ya de edad avanzada, nombró heredera a María Fargas Bosch, sobrina de su esposa. María dirigió la tienda hasta su fallecimiento en 1985. Durante su gestión, se mantuvo la tradición artesanal y se consolidó la reputación de la chocolatería en Barcelona.

1985-2024

El legado Fargas

Tras el fallecimiento de María Fargas Bosch en 1985, la tienda pasó a manos de tres trabajadores de confianza, que durante años habían trabajado codo a codo con la familia.

En 2016, debido a cambios urbanísticos, la tienda se trasladó unos metros más abajo de su ubicación original, manteniéndose en histórico Palau Castell de Pons de la Calle del Pi. A pesar del cambio de local, se cuidó cada aspecto para preservar el alma del espacio original: se restauró la carpintería exterior, el mobiliario centenario y el emblemático molino de piedra, que todavía hoy sigue en funcionamiento y es símbolo del legado de Fargas.

Un nuevo local, una nueva etapa; nuevas generaciones asumen la responsabilidad de continuar el proyecto. Bajo su liderazgo, la chocolatería ha mantenido su identidad histórica, reforzando el compromiso con la calidad, la tradición y el trabajo artesanal.